jueves, 5 de noviembre de 2009
Vida cotidiana
Desligarse formalmente de España no provocó cambios inmediatos en la vestimenta ni en la comida y mucho menos en la mentalidad de los diversos sectores de la población. Pero, al poco tiempo, la cultura material se fue transformando. Las casas se construían de distinta manera, otros ingredientes hicieron su aparición en la cocina, la educación se volvió más utilitarista, la moral más laica, el culto religioso más de espacios privados. Bienes y vivencias antes desconocidos -la luz eléctrica o el transporte en tranvía- se volvieron comunes. Este recorrido por lo largo y ancho del país descubre rémoras del pasado junto a las últimas novedades.
Durante el siglo XIX en México, los músicos profesionales realidad tenían pocas oportunidades de sobrevivir en el medio, que no era el propicio para el desarrollo profesional.
Los trajes de los caballeros (en su mayoría españoles, según creo), con sus hermosos caballos, sus altas sillas mexicanas, las chaquetas de magníficas pieles, pantalones con botonadura de plata, sus botas, estribos de plata y sus graciosas mangas con puntas de terciopelo, negras o de color.
La vida de la Gente del pueblo se veían hombres de color bronceado, con sólo una frazada encima con la que se envuelven, sosteniendo sobre sus cabezas una vasijas de barro, mujeres con rebozo, de falda corta donde asoma un encaje. Las indias con el cabello trenzado entretejido con cintas rojas.
En esa época se hacían fiestas y paseos por los parques, se encontraban varios mercados donde había fruteras, verduleras, carboneros y otros comerciantes cuyas mercancías eran acomodadas en sácate o paja, había conventos, iglesias, hospitales.
A la mujer se le veía como un objeto de compañía, ayudante y "sirvienta" del hombre
La familia del siglo XIX representaba toda una institución de enseñanza moral y religiosa que, ayudada por la Iglesia, se encargaba de controlar la forma de pensar, actuar y sentir.
La familia fue la institución más importante para la conservación de la riqueza, de la sangre y de la religión, por medio de ella se dan las alianzas matrimoniales y, por ende, el mantenimiento del poder, del linaje y la riqueza.
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